Mascaradas de invierno

Diversas localidades
Contemporáneo
[2017/15/6, 7, 8, 9 y 10]. Sala III

Este conjunto de máscaras invernales constituye una importante manifestación antropológica, altamente representativa del patrimonio abulense, tanto material como inmaterial. Comunes en todo el mundo, han pervivido hasta hoy en las manifestaciones tradicionales de nuestra cultura, adquiriendo un gran desarrollo especialmente en los meses invernales, que desde siempre se han concebido como un momento de transición y renovación, favorable a la celebración de ritos propiciatorios para eliminar los males del año que pasó y favorecer los bienes del año entrante.

Su principal desarrollo ha tenido lugar en el mundo rural, donde la relación con la tierra y los animales ha sido y es más estrecha, y donde, en consecuencia, ha sido más necesario satisfacer la necesidad material y espiritual de enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza que pudieran dar al traste con cosechas y ganados.

En la provincia de Ávila, se han mantenido sin interrupción hasta hoy en día las mascaradas de los CUCURRUMACHOS en Navalosa y de los ZARRAMACHES en Casavieja. Hasta tiempos no muy lejanos del siglo XX también se mantuvieron los MACHURREROS de Pedro Bernardo, hoy recuperados y consolidados, y también están en proceso de recuperación y consolidación los HARRAMACHOS de Navalacruz y LAS TORAS de El Fresno.

Este tipo de manifestaciones, que denominamos MASCARADAS INVERNALES, tienen en común todas ellas la presencia de seres estrafalarios, zoomorfos y ruidosos, de nombres estrambóticos, cuya misión principal es recorrer las calles de la localidad para espantar los males y demonios que nos rodean. Es un rito de carácter rural y una manifestación viva que con el tiempo ha ido incorporando otras tradiciones, como la de los quintos o el carnaval, en algunos casos fusionándolas dada su cercanía en fechas o por mera practicidad.