Gorra de paja, Navamojada
Navamojada
Tradicional / Popular. Siglo XIX / XX.
Paja de centeno/ 16 x 32 Ø máx. cm.
Donación de Nicolasa Chapinal
[C/83/2/2247]. Sala I
Tradicional / Popular. Siglo XIX / XX.
Paja de centeno/ 16 x 32 Ø máx. cm.
Donación de Nicolasa Chapinal
[C/83/2/2247]. Sala I
Las vistosas gorras de paja que usaban las mujeres de la Sierra de Ávila eran el sistema más peculiar y arraigado, en la vida tradicional, para protegerse del sol, aunque las llevaran todo el día.
Se llaman gorra por tener el ala interrumpida en la nuca, para que ni el moño estorbe al colocársela, ni su uso desbarate el peinado; esto le da aspecto de visera y de ahí la denominación tradicional.
Se elaboraban –y se elaboran en los reductos que han continuado o han recuperado la costumbre- con paja de centeno trenzada, siendo una de las muchas labores domésticas a las que se dedicaban en cada casa en determinadas épocas del año, que marcaban cada año el ritmo vital.
Después de la siega, las mujeres recogen a mano pajas de las gavillas llevadas a la era, antes de que se formen las parvas para trillar, escogiendo las más largas, porque lo útil es el tallo, de mayor flexibilidad. Después se remojan los manojos para poderlos trenzar, aplastando a la vez la paja con los dedos y empalmando cada una con la siguiente hasta conseguir la longitud necesaria.
Una larga trenza de siete cabos tiene que formar toda la copa, cosida en espiral sobre sí misma desde el centro; el ala se entreteje y cose aparte. Todo se remata y adorna con trenzados especiales –de pico para el borde, de cordoncillo para lazos, flores y nudos aplicados-, incidiendo en la parte frontal, reservada para un ornamento especial: rulos rizados entre rodetes, rosetas, o un corazón relleno de tela de colores… como signo parlante, quizá, del estado civil de la portadora…
Mariné, M. ª, “Gorra de paja”, Cien piezas del Museo de Ávila, Junta de Castilla y León, 2011, pág. 100