Colodra, Ávila

Las colodras son las piezas más representativas del denominado arte pastoril. Se trata de cuernas de res vacuna vaciadas, utilizadas como recipientes varios (vasos, polvoreras, tabaqueras, aceiteras…). Aunque pueden ser lisas, lo normal es que presenten una superficie decorada (grabada y tallada), realizada a punta de navaja.

Esta pieza, por su gran tamaño, puede responder al tipo de recipiente fabricado para transportar y conservar el alimento diario de una jornada de trabajo, a modo de tartera.

Está cerrada en sus extremos mediante corcho, estando la tapa superior decorada mediante excisión con una roseta de seis pétalos, y tira de para sujetarla. La parte superior de la cuerna presenta un asa de cuero anclada con dos clavos en un lateral y tres en el otro, y en su parte central lleva un botón metálico, de motivo floral de doce pétalos, como adorno.

Destaca especialmente por la calidad artística de algunos de sus dibujos, entre los que figuran objetos cotidianos, animales, arrieros, personajes ataviados según la moda decimonónica e iniciales.

Eran trabajos populares realizados fundamentalmente por pastores durante los tiempos libres que surgían en sus jornadas diarias con los rebaños. Los motivos a los que se recurría para estas decoraciones formaban parte del repertorio y del mundo simbólico popular, adquirido, mantenido y transmitido por tradición. Además, era frecuente personalizarlos con leyendas que aludían a su autor o destinatario. En este Caso conocemos a su autor, LUCILO HERRÁEZ, cuyo repertorio y tipo de trazado recuerda a otras piezas que encontramos en el Museo de Ávila en la colección del Marqués de Benavites (C/68/2/167).

Partiendo de esta conexión con la colodra anteriormente citada, y por el tipo de vestimenta representado en las figuras del hombre y la mujer, se podría datar esta pieza en la segunda mitad del siglo XIX.