Cerámicas de La Peña del Bardal

La Peña del Bardal, Diego Álvaro
Neolítico. IV/III Milenio a.C.
Cerámica
[68/5/11]. Sala IV, vitrina 2

La Peña del Bardal es una cumbre estratégica que domina el territorio circundante, en cuya ladera Arsenio Gutiérrez Palacios excavó, en 1958, una cabaña habitada por gentes del Neolítico avanzado, hacia el 3.000 a.C.

De la choza, construida entre dos montículos de granito, quedaba tan sólo la primera hilada de grandes piedras que dibujaban una planta ovalada, con un hogar de pellas de barro aplastadas.

Entre la tierra acumulada en el suelo se encontraron puntas de flecha, cuchillos de sílex y otros microlitos; asimismo, cuencos y fragmentos de vasijas de cerámica a mano, cazuelas y ollas de uso doméstico. Algunas de sus decoraciones evidencian una fase ya evolucionada del Neolítico, como las incisiones con la concha del bivalvo cardium edulis –son las cerámicas llamadas “cardiales”-, el acabado pintado con almagre –rojo-, las acanaladuras digitales, hechas con el dedo; las impresiones con la uña, los mamelones o asideros de pellizco. También un excepcional fragmento con un ciervo punteado y un bloque de barro macizo, un morillo para el hogar que, en tiempos, se interpretó como un ídolo.

Los pobladores de esta cabaña, por tanto, ya construyeron su vivienda más o menos estable, ya conocían las posibilidades de transformar el barro en cerámica, y ya dominaban la talla minúscula de la piedra.

Son exponente del gran salto cultural del Neolítico, llegado a la Meseta desde el occidente peninsular. Pero sus restos son tan escuetos, que no evidencian que se practicara la agricultura ni la ganadería, ni que se supieran aprovechar fibras para textiles ni cestos, aunque se puede suponer todo esto porque forma parte del avance cultural de lo que ya hace tiempo Gordon Childe llamó “Revolución Neolítica” por su trascendencia similar a la “Industrial”.

Mariné, M. ª, “Vasos de La Peña del Bardal”, Cien piezas del Museo de Ávila, Junta de Castilla y León, 2011, pág. 14