Carda, Muñogalindo

Muñogalindo
Tradicional / Popular. Siglo XIX.
Madera, hierro y latón/ 11,5 x 16 x 12.
Colección Marqués de Benavites
[C/68/2/773]. Sala II

Caja de madera con gruesas púas metálicas y chapa de latón con inscripción punteada: ME IZO JOSE AGUILERA AÑO DE 1810. Encajaba en una tabla plana por su parte hueca para formar un instrumento textil denominado rastrillo.

Para la obtención del hilo era necesario realizar un proceso previo, ya que la fibra textil en estado virgen no es apta para la hilatura. Así, con el lino, primero había que desgranar la planta, sumergirla en agua durante varios días, golpear su tallo hasta que se abriera, separar sus fibras, limpiarlas de impurezas, etc. Con la lana, tras el esquileo, mediante su cardado y lavado se conseguía obtener fibra apta para su uso textil.

Para cada una de estas labores se utilizaba un instrumento determinado: con ripos, agramaderas y mazos se desgranaba y partía el lino; las cardas y los rastrillos separaban y peinaban las fibras; las espadillas las suavizaban y limpiaban de impurezas; y, por último, con la rueca y el huso se transformaba en hilo, ya apto para tejer. Para ello, la mujer se colocaba la rueca entre el cuerpo y el brazo, apoyándola en la cadera, y con los dedos de una mano extraía y apelmazaba poco a poco hebra del rocadero (la parte ensanchada de la rueca, en su extremo superior), mientras que con la otra hacía girar el huso, donde se había enhebrado previamente la fibra del copo. Así, el movimiento rotatorio del huso iba enrollando alrededor de su vástago el hilo, quedando éste ya dispuesto para las posteriores tareas de lavado, teñido y tejido.

Los instrumentos textiles del Museo de Ávila proceden de la colección del Marqués de Benavites, siendo representativos de esta labor tradicional, única existente para la fabricación de tejidos antes de su industrialización y de la introducción de fibras sintéticas.

Jiménez Gadea, J., “Carda, Muñogalindo”, Cien piezas del Museo de Ávila, Junta de Castilla y León, 2011, pág. 101.